A partir de la lectura de la novela «Los Pichiciegos», del autor Rodolfo Fogwill, las y los estudiantes de 4to. año trabajaron en la simulación de un museo, para representar lo sucedido en la Guerra de Malvinas. Esta es una crónica de cómo vivimos la preparación y la realización del Museo Malvinas.
Por: Michelle Bourgeat
| Arte: Antonia Petrosini
Han pasado 40 años del inicio de la Guerra de Malvinas, fecha en la que siempre recordaremos con orgullo a los veteranos, a las veteranas y a los caídos durante el conflicto bélico en las Islas.
En nuestro Instituto Placido Marin realizamos un homenaje a quienes lucharon por nuestro país dando su vida convirtiéndose en verdaderos héroes; los alumnos de 4to año con ayuda de los profesores de Artes Visuales, Literatura e Historia lograron realizar un museo dentro del colegio e invitamos a los demás cursos a recorrerlo para brindarles una experiencia de aprendizaje sobre nuestra soberanía.
El museo se trató sobre la novela Los pichiciegos leído en literatura del escritor Rodolfo Fowgill. En el texto pueden leerse fragmentos emocionantes tales como «Cruzar el campo a pie da miedo, porque se sabe que allí pegan los cohetes y se arrastran por el suelo como buscando algo, los que andan por ahí están siempre temiendo y se le notan en los ojitos vigilando al costado. Muchos se vuelven locos». El libro trata sobre un grupo de soldados argentinos que no superan los veintitantos años que durante la guerra se ocultaron en un refugio subterráneo que apodan la pichicera. Pasan la mayor parte del tiempo luchando, más que contra los ingleses, contra el frío, el hambre y la muerte.
Fogwill quiso interpretar el miedo a las bombas, las conversaciones interminables para matar el tiempo, el encuentro de soldados congelados, y gracias a unas alumnas que se ofrecieron para representar una entrevista entre los personajes de Quiquito y un periodista presenciamos una hermosa y conmovedora obra donde representaban exactamente lo que el autor quiso expresar con lo que los pichiciegos vivieron.
A partir de lo leído realizamos una simulación de la pichicera que por dentro era un pasillo a oscuras, con sonidos de ambientación donde se oían los fuertes vientos de la nieve. Al pasar ese túnel, se encontraban con el espacio del Museo y las luces apagadas. Por lo tanto, los invitados debían encender las linternas e iluminar el trabajo que realizó cada grupo que se hallaban separados en puestos en los que se exhibían maquetas, afiches, imágenes y palabras para entender y empatizar con lo ocurrido.
Un punto impactante del Museo fue la recreación del cementerio de Darwin donde fueron enterrados aquellos soldados caídos. Nos explicaron que la mayoría de ellos fueron correntinos, rosarinos, tucumanos, chaqueños, de entre 16 y 20 tantos años, tristemente muy jóvenes para lo ocurrido.
Otro grupo hizo una exposición con cajas de cartón que simulaban las televisiones de ese entonces: en uno de los lados de la televisión acartonada mostraron lo que los medios de comunicación informaban durante la guerra; del otro lado se veía lo que los soldados realmente estaban pasando ya que el gobierno de facto manipulaba la información que llegaba a la población.
Unas estudiantes hicieron un trabajo de investigación sobre las cartas, pertenencias, alimentos, que nunca se mandaron a los soldados. También construyeron un buzón de correo, nos leyeron cartas y nos contaron sobre hechos que le pasaron a la sociedad argentina. Uno de los ejemplos que nos comentaron fue sobre una familia que había mandado un chocolate con una carta adentro y semanas después apareció en un kiosco . Miles de historias que daban cuenta del increíble el hecho de la gente se ilusionaba con mandar mensajes a los soldados que nunca llegaron.
Otros grupos armaron afiches con líneas de tiempo desde la presidencia de Galtieri hasta el final de la guerra, hicieron una maqueta sobre las Abuelas de Plaza de Mayo y sus reclamos para localizar y restituir a sus legítimas familias, todos los bebés y niños apropiados por la última dictadura militar. Dentro de la maqueta se encontraba a muñecas de papel que simulaban ser las abuelas protestando en la Casa Rosada contra los responsables de las desapariciones.
Uno de los puestos armó un expediente Malvinas de papel diario donde se encontraban los sucesos más importantes del conflicto bélico como cuando los soldados llegaron a las Islas, mencionando los países que nos apoyaron y quienes nos dieron la espalda. Ese mismo grupo armó con un proyector una televisión enorme que emitía noticias de ese entonces.
Hubo compañeros y compañeras que trabajaron de manera asombrosa, con esfuerzo y compromiso. Lo importante fue que nadie se quedó sin hacer nada, todos nos ayudamos e hicimos lo posible para que esto saliera incluso mejor de lo que se esperaba. Pudimos invitar familiares, profesores, directivos y alumnos para poder apreciar este trabajo arduo, pero finalmente nos dimos cuenta que el Museo no solo sirvió como una guia de aprendizaje para el resto si no que para nosotros también, nos motivó a indagar y averiguar sobre lo realmente vivido en la guerra, entender el porqué seguir reclamando por la soberanía de nuestro país y decir con orgullo que las Malvinas son, fueron y serán para siempre argentinas.